Envuelto en la ilusión anoche lo escuché/ compuesta su emoción por cosas de mi ayer/ la casa en que nací, la reja y el parral/ la vieja calesita y el rosal...
“Una emoción” (1938) Tango de José M. Suñé y Raúl Kaplún
Un grupo de investigadores sociales detectó a una persona, con un sentimiento singular para los tiempos actuales. Se trata de un vecino que nació y vive en Chacarita y que sin ruborizarse ante cualquier auditorio manifiesta que, su barrio es hermoso y que lo ama, además siente que la gente que ayer lo habitó era la continuidad de su familia. Dicen que merodea por la calle Santos Dumont y Lemos y viste ropa de trabajo color azul, en el borde izquierdo de su campera tiene un logotipo con una inscripción en blanco: “Mecanchap”. Los sabios del lugar predicen que para hallarlo, hay que caminar por Guevara al trescientos y doblar por Santos Dumont hacia Corrientes. En ese lugar me sorprende un coro de chapistas, pintores y mecánicos de automotores con uniformes azul con vivos blancos que murmuran con el registro de bajo: frío, frío,tibio, tibio, caliente, caliente... y al llegar al 3959 descubro al personaje que mantiene un largo romance con el barrio. Está en su sitio de trabajo acompañado por, Alejandra su secretaria y, las paredes cubiertas con fotos de familiares y escenas deportivas, además de numerosos trofeos.
Cuando le pregunto por su identidad y los actos de devoción que lo llevaron a ese estado de encanto con el barrio me responde: “ Soy Alfredo Massarelli (1941), mi vida privada y laboral tuvo a Chacarita como escenario. Es mi lugar en el mundo, por ello mi orgullo de pertenecer a su comunidad. Como un fiel amante sentí dolor cuando despojaban de su geografía algunos atributos tales como: la fuente del Parque Los Andes, el palenque y el bebedero de piedra para los caballos instalado en 1913, cercano a los floristas del cementerio, el traslado de los restos del Gral. Perón, etc. Siento tristeza cuando algunas inmobiliarias y medios de comunicación omiten adrede mencionar nuestro barrio, expresando otros linderos que tienen mejor prensa. Desde mi tarea de repartidor, me constituí en un embajador por tiempo completo. Había colocado en el camión que conducía por todo el país la siguiente inscripción, en su parte delantera: “Hay gente que se muere por conocer mi barrio”... Mientras que atrás decía: “Visite Chacarita”. Una frase con cierta ironía que posibilitaba la pregunta sobre el lugar donde se hallaba el barrio...”
A mi requerimiento Alfredo nos cuenta su historia familiar: “Mi madre Clelia Judith Bidone (1913-1978) vivía en Aguirre y Juan B. Justo mientras que mi padre Alfredo Massarelli (1907-1976) tenía el domicilio en Humboldt y Corrientes, el barrio de Villa Crespo le dio la oportunidad de conocerse y establecer una familia en la vivienda de Santos Dumont y Caldas. Allí nací al igual que mis hermanos: Jacinto Angel (“Cacho”, 1936), Miguel Angel (“Coco”, 1938) . El destino de mi origen en esa parte del barrio conocido como “La Cueva”, me identificó como un “bohemio” simpatizante del Club Atlanta. Por un breve lapso mi familia vivió en Devoto, en la Av. Salvador María del Carril y Cervantes. Por ese lugar conocí a mi esposa Elena Vacca, vivímos en Charlone al setecientos y tenemos dos hijos: Alfredo, que se desempeña como 2° Jefe de Comando del Ejército en Comodoro Rivadavia y Judith Carina, de profesión Museóloga radicada en Francia, de ella es nuestra nieta Victoria”.
Ahora conoceremos la crónica de “El Palacio del Maní y la Papa Fritas” de Alfredo Massarelli e Hijos. “En 1934 en el local de la Av. Forest 385, se había establecido la sociedad de Leone Hnos, Arcifa y Cía con el objeto de elaborar papa fritas y maní tostado crudo y en grano, entre otras actividades. En el año 1939 Leone se hace cargo del negocio, un año más tarde mi padre ingresa a la empresa como empleado. En 1941 se produce un incendio en el local, a raíz de la combustión de la tostadora de maíz. En ese momento Leone decide instalar una fábrica de productos comestibles en el Partido de San Martín, y le ofrece a mi padre la venta del fondo de comercio. Acepta la propuesta, refacciona el negocio y edifica dos locales donde se instalan: el taller “Deskomotor” y la Confitería “La Perla”. Con el paso del tiempo se constituyó en una empresa familiar: con mi padre en la conducción, el aporte de mi madre colaborando en la producción y la participación de todos los hermanos en la parte comercial y distribución de la mercadería. El negocio se desarrolló en forma favorable, por lo tanto se hizo una inversión adquiriendo al Ing. Palazzo, el diseñador de la Av. Gral Paz, el local de la esquina de Av. Forest y Jorge Newbery. En ese predio estuvo hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial el Banco Germánico. Luego se adquirieron los locales de Jorge Newbery 3963 y 4043 y el que ocupo con mi taller integral del automotor, para destinar su planta alta al procesamiento y envasado de los productos y la planta baja al estacionamiento de la flota de camiones de reparto. La sociedad funcionó hasta el año 1985, fecha que señala el fin de la actividad que por más de cuarenta años jerarquizó a Chacarita. Como un recuerdo a todos los que contribuyeron a esa gesta, he armado un Furgón Ford modelo 41 con la siguiente inscripción en sus laterales: Alfredo Massarelli e Hijos - Av. Forest 385 - Tel 54 Darwin 0301. Con él, volveré andar los caminos como en aquellos tiempos felices...”
Nuestro interlocutor fue corredor de midget y realizó quince peleas de boxeo como aficionado, ahora acudimos a su memoria para recordar la Av. Forest de su época: “En la esquina de Maure estaba el taller de Pantaleón Giancaspro, al lado nuestro residía la familia del Prof. Horacio Carballal que fue Secretario de Cultura, en el 389 existía la fábrica textil de Gartenstein y Cukier, luego el garaje “Santa Rosa” donde después se instaló “Cuadernos Avón” y más tarde la rectificadora de motores Jasnis y Bassano, a continuación se hallaba la fundición de hierro y bronce de Vicente Cristófaro, después la sucursal de Correo y Telégrafo, enfrente: la gomería de Benavídez, un ex jugador de fútbol y en la esquina con Corrientes la estación de servicio Y.P.F., que contaba con una sala de capacitación para el personal de todos sus talleres de la Ciudad...”
Se suma a la reunión el hijo de Carlos Alberto Pairetti, aquel piloto de Turismo Carretera que conducía “El Trueno Naranja”. Ellos tienen un trato familiar con Alfredo, quién estima que fueron su guía para la nueva actividad emprendida. Cuando vuelvo a la calle el coro de operarios me despide con un tango: “Viejo... Barrio.../ Perdoná si al evocarte/ se me pianta un lagrimón/ es un beso prolongao/ que te da mi corazón”...
Cuando le pregunto por su identidad y los actos de devoción que lo llevaron a ese estado de encanto con el barrio me responde: “ Soy Alfredo Massarelli (1941), mi vida privada y laboral tuvo a Chacarita como escenario. Es mi lugar en el mundo, por ello mi orgullo de pertenecer a su comunidad. Como un fiel amante sentí dolor cuando despojaban de su geografía algunos atributos tales como: la fuente del Parque Los Andes, el palenque y el bebedero de piedra para los caballos instalado en 1913, cercano a los floristas del cementerio, el traslado de los restos del Gral. Perón, etc. Siento tristeza cuando algunas inmobiliarias y medios de comunicación omiten adrede mencionar nuestro barrio, expresando otros linderos que tienen mejor prensa. Desde mi tarea de repartidor, me constituí en un embajador por tiempo completo. Había colocado en el camión que conducía por todo el país la siguiente inscripción, en su parte delantera: “Hay gente que se muere por conocer mi barrio”... Mientras que atrás decía: “Visite Chacarita”. Una frase con cierta ironía que posibilitaba la pregunta sobre el lugar donde se hallaba el barrio...”
A mi requerimiento Alfredo nos cuenta su historia familiar: “Mi madre Clelia Judith Bidone (1913-1978) vivía en Aguirre y Juan B. Justo mientras que mi padre Alfredo Massarelli (1907-1976) tenía el domicilio en Humboldt y Corrientes, el barrio de Villa Crespo le dio la oportunidad de conocerse y establecer una familia en la vivienda de Santos Dumont y Caldas. Allí nací al igual que mis hermanos: Jacinto Angel (“Cacho”, 1936), Miguel Angel (“Coco”, 1938) . El destino de mi origen en esa parte del barrio conocido como “La Cueva”, me identificó como un “bohemio” simpatizante del Club Atlanta. Por un breve lapso mi familia vivió en Devoto, en la Av. Salvador María del Carril y Cervantes. Por ese lugar conocí a mi esposa Elena Vacca, vivímos en Charlone al setecientos y tenemos dos hijos: Alfredo, que se desempeña como 2° Jefe de Comando del Ejército en Comodoro Rivadavia y Judith Carina, de profesión Museóloga radicada en Francia, de ella es nuestra nieta Victoria”.
Ahora conoceremos la crónica de “El Palacio del Maní y la Papa Fritas” de Alfredo Massarelli e Hijos. “En 1934 en el local de la Av. Forest 385, se había establecido la sociedad de Leone Hnos, Arcifa y Cía con el objeto de elaborar papa fritas y maní tostado crudo y en grano, entre otras actividades. En el año 1939 Leone se hace cargo del negocio, un año más tarde mi padre ingresa a la empresa como empleado. En 1941 se produce un incendio en el local, a raíz de la combustión de la tostadora de maíz. En ese momento Leone decide instalar una fábrica de productos comestibles en el Partido de San Martín, y le ofrece a mi padre la venta del fondo de comercio. Acepta la propuesta, refacciona el negocio y edifica dos locales donde se instalan: el taller “Deskomotor” y la Confitería “La Perla”. Con el paso del tiempo se constituyó en una empresa familiar: con mi padre en la conducción, el aporte de mi madre colaborando en la producción y la participación de todos los hermanos en la parte comercial y distribución de la mercadería. El negocio se desarrolló en forma favorable, por lo tanto se hizo una inversión adquiriendo al Ing. Palazzo, el diseñador de la Av. Gral Paz, el local de la esquina de Av. Forest y Jorge Newbery. En ese predio estuvo hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial el Banco Germánico. Luego se adquirieron los locales de Jorge Newbery 3963 y 4043 y el que ocupo con mi taller integral del automotor, para destinar su planta alta al procesamiento y envasado de los productos y la planta baja al estacionamiento de la flota de camiones de reparto. La sociedad funcionó hasta el año 1985, fecha que señala el fin de la actividad que por más de cuarenta años jerarquizó a Chacarita. Como un recuerdo a todos los que contribuyeron a esa gesta, he armado un Furgón Ford modelo 41 con la siguiente inscripción en sus laterales: Alfredo Massarelli e Hijos - Av. Forest 385 - Tel 54 Darwin 0301. Con él, volveré andar los caminos como en aquellos tiempos felices...”
Nuestro interlocutor fue corredor de midget y realizó quince peleas de boxeo como aficionado, ahora acudimos a su memoria para recordar la Av. Forest de su época: “En la esquina de Maure estaba el taller de Pantaleón Giancaspro, al lado nuestro residía la familia del Prof. Horacio Carballal que fue Secretario de Cultura, en el 389 existía la fábrica textil de Gartenstein y Cukier, luego el garaje “Santa Rosa” donde después se instaló “Cuadernos Avón” y más tarde la rectificadora de motores Jasnis y Bassano, a continuación se hallaba la fundición de hierro y bronce de Vicente Cristófaro, después la sucursal de Correo y Telégrafo, enfrente: la gomería de Benavídez, un ex jugador de fútbol y en la esquina con Corrientes la estación de servicio Y.P.F., que contaba con una sala de capacitación para el personal de todos sus talleres de la Ciudad...”
Se suma a la reunión el hijo de Carlos Alberto Pairetti, aquel piloto de Turismo Carretera que conducía “El Trueno Naranja”. Ellos tienen un trato familiar con Alfredo, quién estima que fueron su guía para la nueva actividad emprendida. Cuando vuelvo a la calle el coro de operarios me despide con un tango: “Viejo... Barrio.../ Perdoná si al evocarte/ se me pianta un lagrimón/ es un beso prolongao/ que te da mi corazón”...
Como explicarlo de casualidad encuentro esto y me emociono Massarelli toda una institucion yo vivi en Jorge Newbery 3963 si habre salido a recorrer los barrios de buenos aires con los Masarelli a repartir aceitunas yo era chico vivia en el hotel familiar gente muy buena los Massarelli hasta conoci al padre me viene a la mente muchas anecdotas que me hacen llorar recordando mi infancia pobre pero con vecinos solidarios que no te miraban con desconfianza por vivir en un hotel familiar, tambien recuerdo a la zingueria de Miraglia con el hijo hicimos la primaria juntos,El corralon de enfrente que creo que se llamaba garibaldi ;el bar de la esquina que hacia de terminal del 39 ,la plaza los andes donde jugaba al futbol tanto me viene a la cabeza que no lo podria escribir de una ves saludos a todo esos que vivieron ese barrio que yo recuerdo hoy gracias a ustedes QUE GRAN EMOCION!!!!!!!
ResponderEliminarno sé quién sos, pero recuerdo perfectamente ese hotel a lado de la fábrica de mi abuelo.
Eliminarmuy buena gente y muy trabajadora.
seguro jugamos juntos al fútbol en Plaza Los Andes !
Hola yo soy SILVANA MASSARELLI!! nieta del legendario Rey de la papa frita en Chacarita. Que orgullo para mí saber que recuerdan así a mi familia, aún muchos vecinos me lo hacen saber. Mis abuelos fueron grandes personas, muy trabajadoras... Nunca bajaron los brazos... Me siento muy orgullosa de mi apellido y de mis raíces....
ResponderEliminarTodo chico que pasaba por lo de Massarelli no se iba sin su bolsita de papas fritas, ese es el gran recuerdo de muchos aún en el barrio..